Humanización de la Medicina

Lunes, 28 Enero 2019

Por Dra. Franka Valois
Ginecóloga Obstetra del HUMNSA
Miembro del Comité de Bioética
Por siglos, la Medicina tuvo como regulador ético fundamental el
Juramento Hipocrático, postulado cimentado en la beneficencia y no
maleficencia de una actividad más empírica que científica. En las últimas
décadas, se ha observado un incremento impensable en el avance de las
ciencias y de la tecnología, que ha impactado a la Medicina, lo que dado
como feliz respuesta la aparición de la Bioética Global y a la Bioética
Clínica, de aplicación en los profesionales de la salud; disciplina surgida
por iniciativa del bioquímico-oncólogo norteamericano Van Resselaer
Potter,la Bioética Clínica agregó para el desempeño médico los principios
autonomía y justicia.
La asistencia médica, a través de la relación médico paciente, ha
debido evolucionar de una dinámica asimétrica de antaño en la cual el
médico lo decidía todo, a una relación que ubica al paciente en el centro del
acto, en donde él debe ser un ente participativo.
El enfermo es un ser humano, que, por estar afectado en su salud,
ciertamente se encuentra en una condición de disminución física, pero
intacto en el aspecto de unicidad y dignidad como ser humano.

La Medicina, a través del médico, tiene como tarea principal servir a
la salud del ser humano, pero sin abstraerse al respeto a su libre albedrío, a
su libertad, que es lo mismo que respetar su autonomía. Es precisamente
considerar al enfermo en esta dimensión, que es tarea del profesional de la
salud humanizar la atención en la salud; aunque tampoco debe estar la
Medicina al margen de la comunidad, y del ambiente como escenario en
donde alberga la humanidad.
Los cambios sociales, la instrumentalización y la medicalización del
ejercicio de la Medicina han alejado al médico del contacto directo con el
paciente. Desde siempre se concibió a la relación médico-paciente una
especie de simbiosis en la que el galeno establecía una especie de
comunión que se sentía ser el enfermo en su misma persona o en un
pariente cualquiera. Hoy lamentablemente ya no es así.
Los quebrantos de salud producen dolor al enfermo y sufrimiento a
la familia. Un profesional de salud con vocación ha de sentir compasión y
comprensión por el motivo que llevó a la persona a él -al médico-, que
pudo ser para que le trate el quebranto (la enfermedad) o le rehabilite la
salud al estado anterior a como estaba al momento de ser afectado. Pero
también el médico/a debe ser compasivo y comprensivo en la circunstancia
deseable cuando acuda para que le mantenga la salud o le prevenga la
enfermedad.
Es contraria a la humanización en el ejercicio de las profesiones
sanitarias, y por ende antiética, la muy frecuente práctica de no escuchar al
enfermo ni darle informaciones sencillas, completas, entendibles, en la
indicación de procedimientos diagnósticos y terapéuticos -médicos o
quirúrgicos-; prescribir pruebas auxiliares de diagnóstico y fármacos para
terapia tipo escopetazo, más allá del raciocinio y el buen juicio; no respetar
la autonomía mediante un válido consentimiento informado; cobrar
honorarios más de los criterios que al respeto aconsejan; ¡ahhhh!, y
ensañarse aplicando tratamiento extraordinario en enfermos terminales que
humanamente deben ser sujetados a terapia paliativa en el hogar con el
protagonismo de la familia y la comunidad con única asesoría de un
médico bueno, más que de un buen médico. Y con ello…se alivia el dolor y
el sufrimiento con la ida de la “vida”.
Levantemos la credibilidad de la Noble Ciencia de Hipócrates y
Galeno, y seremos felices y conforme con nuestra conciencia.

Bibliografía: Alejandro Pichardo. Bioética, 2da. edición, edición Trajano-Potentini, Santo
Domingo, 2008: Félix López Torres. Compasión, dolor y sufrimiento. Diario Libre. 3 de marzo de 2018;
Javier Gafo. Bioética General. Editora Universitaria. Madrid, 2001.